lunes, 29 de mayo de 2017

Cuatro estaciones en un dia

No miro atrás. No. Es más bien un presente escondido, que llevo dentro, y aflora el solo, en algunas tardes del final del verano, o si escucho ciertas canciones (y más raramente, si es un dia de sol). A veces tengo seis años, suenan Simon y Garfunkel y entra la luz de la mañana en mi cuarto. Hace un año fue el verano del 94 y volví a a estar en Pompeya con Goga. Hoy de pronto tenía dieciseis y escribia cartas de amor. El miedo de Guatemala, el instante del primer llanto de mis hijos al nacer. la primera noche con Eva. Las bombas en Ramala. Un concierto de U2. El primer día de cole en los jesuitas. Los polis y cacos en el jardín de atrás. Ese golpe de calor al aterrizar en India por vez primera. No, no miro atrás. Son presentes escondidos que escapan solos, a su gusto. Pero esa mañana de final de curso en tercero de EGB, esa, nunca ha vuelto. Ahí sigue, escondida. Arrepentida tal vez, temerosa de mi pasmo o de mi cólera. Esa mañana triste, dolorosa, vive encerrada en la habitación del fondo de mi memoria.

No hay comentarios: