viernes, 25 de noviembre de 2011

Tierra Media

Me ha dado cuenta de que el Señor de los Anillos es en realidad una metáfora del Estado de Las Autonomías. Los hobbits son claramente abertzales. Su vasquidad está fuera de toda duda: Dan claramente el fenotipo, no hay más que ver las orejas enormes que tienen y un ansia constante de comer mucho. La Comarca, que es el país en donde viven, está salpicada de caseríos. Además, viven obsesionados con las tradiciones. Por otro lado, la irresistible atracción hacia el mal y su actitud finalmente cobarde los caracterizan como simpatizantes de Amaiur.

Los elfos representan a los catalanes: Son postmodernos, tienen mucho de sentido común y siempre salen ganando. Los enanos sin duda constituyen una metáfora de los asturianos: Son mineros, viven en las montañas y recuerdan vagamente con su actitud enfurruñada a Álvarez Cascos. La criatura Golún es andaluza: se busca la vida como puede, aunque básicamente trabaja como peonero para Frodo. Gondor, el país de los humanos, es Castilla, con su ambientación medieval y austera, sus fortalezas, etc.

Los orcos aluden a los emigrantes (ya se sabe que Tolkien era un poco fascistoide): siempre llegando en masa, dedicados a trabajos malamente remunerados, sin cualificaciones adecuadas y con enormes problemas de integración.

El mago Gandalf personifica al Estado Central: Intenta llevarse bien con todo el mundo pero al final hace lo que le da la gana. Los caballeros sin rostro encarnan el poder omnipresente pero anónimo de la Unión Europa.

Prefiero no pronunciarme sobre quien representa a la monarquía para que no me apliquen la legislación sobre injurias a las Corona.

Post escriptum: Los valencianos, en cambio, parece que están ausentes del Señor de los Anillos. Puede ser debido a que ya tuvieron un destacado protagonismo en la Guerra de las Galaxias, a saber: la princesa Leia estilaba peinado de fallera (o de Dama de Elche, que es más o menos igual); las naves espaciales tenían mas luces de colores que una discoteca de Benidorm y los disparos luminosos en las batallas evocaban claramente a la mascletá.

(Foto: Luis Echanove)

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