viernes, 7 de octubre de 2011

Curso básico de taxicología elemental

Primer nivel: Nociones básicas y modalidades (*)


En este mundo tan uniformado de hoy en día, cuando las ciudades cada vez se parecen más unas a otras y los escasos márgenes de diferencia son artificialmente agigantados para parecer que todo sigue siendo muy diverso y 'autentico', persisten, no obstante, algunas disimilitudes en las que pocas veces reparamos.

Un ejemplo claro de ello es el modo como el sistema de transporte en taxi funciona en las diferentes urbes del planeta. Pareciera que, un servicio tan simple y universal -alquilar en la calle y sobre la marcha un coche con conductor para realizar un trayecto corto(**)-, debería responder a unos ciertos principios comunes y universalmente admitidos. Nada más lejos de la realidad: cuando viajas a un lugar por vez primera y te subes a un taxi, estas iniciando una aventura novedosa cuyas reglas desconoces por completo, por más que hayas tomado miles de taxis en otros países.

Hoy en día que casi todo es objeto del estudio de la ciencia, se haría preciso desarrollar una nueva disciplina del conocimiento, a la que provisionalmente daremos el nombre de taxicología, consistente en analizar el sistema de funcionamiento de este servicio en las diferentes ciudades y países. Espero con expectación el día en que se establezca un Centro de Estudios Taxicológicos para el cultivo de este importante campo del saber.

Una obvia primera distinción que podemos establecer a la hora de analizar al detalle el funcionamiento del régimen de transporte en taxi es aquella que se da entre ciudades en las cuales sólo resulta posible parar un taxi circulando por la calle (como por ejemplo en Ramala), y aquellas otras en las cuales únicamente podemos subir a un taxi que se encuentre estacionado en ciertas paradas establecidas específicamente al efecto (como en Bruselas). En las más de las ciudades (verbigracia, en las de España), ambas opciones son posibles y funcionan de modo simultáneo.

El segundo gran aspecto diferenciador se refiere a la determinación de monto a pagar por el servicio. En casi todos los países desarrollados los taxis cuentan con un artilugio (llamado taxímetro) conforme al cual se fija el precio. No obstante, en unos sitios el taxímetro establece el coste de la prestación en función de la duración del trayecto, y en otros en proporción a la distancia que recorremos. Finalmente, hay toda una larga lista de ciudades del mundo (Manila, por ejemplo), en las cuales el taxímetro juega una función puramente simbólica: existe, pero el taxista no lo enciende, así que te ves obligado a negociar el precio una vez ya estás dentro del vehiculo. Más común es el caso de las poblaciones en las cuales los taxis, simplemente, carecen de tal aparatillo, de modo que desde el principio sabes que te tocará preguntar cuanto va a costarte la carrera. Dentro de esta última modalidad, podemos a su vez diferenciar entre al menos tres subcategorías diferentes: (1) el modelo regateo, conforme al cual el conductor te propone una cifra desorbitada y tu debes negociarla a la baja (como en Estambul); (2) el sistema de precio verbal no negociable, según el cual el tipo te dice el precio que te ve a suponer llevarte a donde propones, y tú lo tomas o lo dejas, pero no puedes pedir una reducción (como en Bangkok), y (3) la modalidad de tarifa plana y universal para cualquier trayecto (vayas donde vayas te cuesta siempre lo mismo), que, hasta donde yo conozco, solo existe en Tiflis.

Las diferencias no se limitar a lo descrito. Otra importante clasificación a realizar es la que se establece entre ciudades donde los taxis brindan un servicio exclusivo a un solo cliente o grupo de clientes que entre sí se conocen (que es lo habitual en casi todas partes del mundo), y esos otros lugares en los cuales el taxista va recogiendo gente diferente por el camino, dejando luego a cada quien en el lugar solicitado (Managua es el paradigma de esta modalidad).

No quiero aburrir a los lectores con sucesivas clasificaciones, así que me limitaré a añadir una más: La distinción entre ciudades donde al taxista se le presupone un conocimiento más o menos exhaustivo del callejero de la ciudad (o, en su defecto, cuenta con un GPS), y esas otras donde quien debe indicar al conductor como llegar al destino es en realidad el cliente (como en Bakú).

Viajar ya no es lo que era. La comida rápida está matando la diversidad gastronómica del planeta; la arquitectura moderna es más o menos igual en todas partes; las grandes cadenas hoteleras nos hacen sentirnos en la misma habitación de hotel estemos donde estemos. Sólo al subirnos a un taxi y descubrir las peculiaridades locales del servicio disfrutamos por un instante de ese exotismo que siempre buscamos al emprender un viaje…. aunque la sensación dura poco: Aún en el ultimo rincón de la Tierra, antes o después el chofer nos preguntará de qué país somos y, tras nuestra respuesta, invariablemente, llegará siempre la misma fatídica interpelación: 'Real Madrid or Barcelona?' y nuestro sueño de exotismo se desvanecerá para siempre, apresado otra vez en la tupida red de la globalización.




Fotos: Ildefonso Bellón (superior) e Ignacio Huerga (inferior)
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Notas:
(*) Los niveles 2 ('Conocimientos esenciales para la conversación con taxistas') y 3 ('Resolución de problemas en el trayecto: Perderse, precios abusivos y otras incidencias') del curso básico no se presentarán en forma de entradillas sucesivas en este blog. Estarán algún día disponibles en la Web www.cursobasicodetaxicologia.org.

(**) Por razones de economía de espacio hemos excluido de este análisis topologías diferentes a la de vehiculo automotor de cuatro ruedas de tracción mecánica, tales como motocarros y semejares (tuk tuks y otras variantes); carritos de tracción manual ciclística (riksaws) u otros medios de transporte que realizan labores equivalentes a las de los taxis.

3 comentarios:

Ilya U. Topper dijo...

Hoy estoy de un respondón... Protesto: en Estambul, desde hace algunos años (no sé cuántos: tendré que informarme) todos los taxis cuentan siempre con taxímetro y funciona de forma impecable. El taxista que pretende que se le ha roto y quiere negociar el precio recurre al mismo timo que su colega acechando a sus presas en Barajas.

En Marruecos hasta los años 90 (cuando se introdujo el taxímetro) también se cobraba tarifa fija para montarse en un taxi, independientemente del trayecto, como en Tiflis.

Juan dijo...

Ilya,

protesta acetada. disculpas, hace que no voy a Estambul y tomo un taxi desde 1998, y entonces no habia taximetros. Dado el camino de modernizacion acelerada que el pais ha tomado, no me extranya que desde hace tiempopor fin el tema se haya regularizado. debi haber mencionado otro caso para ilustrar esa tipologia, por ejemplo, el de la mayor parte de las capitales africanas

Ilya U. Topper dijo...

hola Juan

sí, el mundo avanza... Recuerdo que casi me peleo con un taxista cuando volví a Rabat tras un par (sólo un par!) de años de ausencia. Le pregunté el precio al montarme. Me dijo que ya veríamos. Casi me bajo de nuevo: ¡cómo que ya veríamos! o me dice usted el precio o me voy. Y me responde: "Lo que marque el taxímetro, hermano". Me quedé estupefacto.

No sólo África: también en Erbil y Suleimanía (Kurdistán) hay que negociar antes. Y salen caros.