martes, 6 de julio de 2010

Palabra perdida

Hay en español un vocablo cuyo uso hemos perdido en el habla cotidiana y, sin la cual, somos incapaces de dar nombre al tipo de población donde muchos habitamos: la palabra 'villa'.

Hoy en día, en España solo hablamos de ciudades, pueblos y aldeas. Estos términos se utilizan de una forma muy vaga. Por ejemplo, decimos que Soria es una ciudad pero solemos llamar pueblo a Talavera de la Reina, aunque la primera apenas tenga 25,000 habitantes y la segunda 75,000. De modo más o menos general, de forma inconsistente, en el habla coloquial llamamos ciudades a todas las capitales de provincia y, de entre las demás poblaciones, sólo a aquellas que son realmente muy grandes (digamos, con mas de 100,000 habitantes), como por ejemplo Vigo, Gijón o Cartagena. Para todas las demás poblaciones, especialmente si son cabeceras de municipio, usamos el término 'pueblo', no importa que cuente con varias decenas de miles de pobladores o con apenas media docena de vecinos (como tantos y tantos 'pueblos' de Castilla-León). El termino aldea lo utilizamos, normalmente, sólo para entidades muy pequeñas y que además carecen de ayuntamiento.

En casi todos los demás idiomas europeos, se emplea siempre un término para designar a esa categoría intermedia entre lo que en castellano designamos como ciudad y lo que denominamos pueblo. Así, en inglés, se habla de 'cities' (ciudades), 'villages' (pueblos) y 'hamlets' (aldeas), pero además se hace uso constante del muy práctico 'town' para referirse a ciudades pequeñas o pueblos grandes.

Toda la vida, el término en castellano para esa categoría intermedia ha sido el de 'villa'. Cayó en desuso hace un par de siglos y desde entonces no hemos sido capaces de reemplazarlo por uno mejor. El modo de hablar, como es bien sabido, condiciona la forma de pensar. Por eso, en la mentalidad española existe una artificiosa división mental tajante entre lo rural (pueblos) y lo urbano (ciudades) que, en la realidad no existe en absoluto. Una cifra enorme de españoles viven en lugares para los que el termino pueblo se queda pequeño y el de ciudad parece demasiado grande. Entre la urbe industrial y cosmopolita y el típico pueblo agrícola hay todo un abanico de poblaciones intermedias, cuyos habitantes, posiblemente, no se sienten cómodos en calificar como pueblos, peor tampoco como ciudades.

Mas práctico seria que llamásemos pueblos a las entidades cuya población se cuenta en cientos o en miles, villas a aquellas cuyo vecindario alcanza unas decenas de miles de personas y ciudades a las entidades con cientos de miles de moradores. No sólo nos aclararíamos más en nuestras conversaciones diarias. Además, comprenderíamos mejor que la radical dicotomía pueblo/ciudad solo existe en nuestra imaginación.


(Foto: Ignacio Huerga)

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