jueves, 24 de junio de 2010

Colgado de un mapa

Creo que se deduce claramente del contenido de algunas de las entradas de este blog que el autor, además de otras taras que le afligen, sufre una cierta monomanía (como decía mi abuela) por la geografía.

Cuando quiero relajarme y olvidarme del mundo, y también cuando necesito mantener mi atención alerta (por ejemplo, durante la usual soporífera reunión en la que, si no haces un serio esfuerzo, te quedas dormido), mi costumbre es siempre dibujar mapas, mapas de lugares ficticios: ciudades que no existen, islas más o menos inspiradas en algún archipiélago real, países creados en mi mente…

Si la reunión dura demasiado, o mi necesidad de relajación me lo impone, integro en el mapa en cuestión todo lujo de detalles (curvas de nivel, carreteras, poblaciones, ríos, y hasta parques naturales o aeropuertos). Mi fuerte afición a la geografía y mi amor por los atlas consiguen que el resultado final de estos mapas falsos, al final, se aproxime bastante a un mapa de verdad.

A veces, cuando de verdad quiero perder el tiempo a fondo (mi hiperactividad me obliga en ocasiones a gastar el tiempo a voluntad, para compensar un poco), elaboro mapas con el ordenador. No utilizo sofisticados programas especiales, no: lo hago a 'ratón alzado', en Word. La ilustración adjunta es un ejemplo. Se trata de un hipotético país localizado en el noroeste de Arabia Saudita, fronterizo con Jordania e Irak. Tiene unos dos millones y medio de habitantes.

La zona occidental del país esta controlada por una guerrilla monárquica que se opone al actual régimen de corte panarabista. Produce petróleo, pero no mucho. También es celebre por sus dátiles y sus alfombras. Un 8% de la población es nómada, agrupada en cuatro tribus principales. La espina montañosa que discurre paralela a la costa es la morada de una minoría chiíta.

No tiene nombre. Mis países nunca se llaman de ninguna manera. Eso es lo que mas me gusta de ellos.

4 comentarios:

NELO dijo...

Yo de pequeño con 10-12 años me imaginaba que yo era un estado con territorio (mi cuarto) y gobierno con distintos ministerios: educación/colegio, deporte, economía (mi paga), etc-etc. Además participaba en distintos organismos internacionales (básicamente mi familia y amigos). Lo que fallaba era el sistema político, ya que obviamente no podía haber democracia ni cambios de gobierno, aunque siempre estaba la oposición en forma de "pepillo grillo".

Ezequiel dijo...

Es lo bueno que tienen los paises imaginarios que conseguin captar mucha "mas cuota de cerebro de la humanidad" que muchos de los existentes en esa misma zona. :-)

Anónimo dijo...

Opino como el comentario último, lo bueno de los Paises imaginarios es que son como a uno le dala gana que sean .Y a tí imaginaión no te falta amen de conocimiento del mundo geografico.

luis echánove dijo...

Te recuerdo desde niño con tu afición cartográfica, es parte de ti, no lo pierdas nunca.