lunes, 10 de mayo de 2010

Chincharse

Un amigo me recordaba una vez lo fascinante que resulta que haya una gran cantidad de conocimiento que los niños se transmiten entre si directamente, sin pasar a través del tamiz de los adultos. En sus juegos aprenden canciones, rimas, frases hechas, maneras y modos que, en la adolescencia, enseguida olvidarán y ya nunca utilizarán en su vida adulta. Todo ese acervo pasa de una generación de niños a la siguiente, sin inmiscuirse en el mundo de los grandes. Ese saber permanece para siempre atrapado en el mundo de la infancia. Es pues un conocimiento secreto, que todos hemos poseído alguna vez, pero hemos olvidado. Y, lo más interesante de todo, esa forma de aprehender el mundo propia de los pequeños apenas se altera a lo largo de los siglos. Por ejemplo, los niños romanos, egipcios o prehistóricos se cinchaban con un sonequite idéntico al que hoy siguen usando todos los críos del mundo (na na na na…con una entonación imposible de reflejar solo con letras).

(Foto: Ignacio Huerga)

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