martes, 27 de abril de 2010

Critica Literaria

'El espejo esmerilado' (Amancio Díaz Lafuente, Ediciones Destierro, Madrid 2010)

Finalmente, tras años de espera, Amancio Díaz Lafuente nos deleita de nuevo con una novela vibrante, chisposa, casi sensual. No es un libro de lectura fácil, bien es cierto. Si pensamos en su producción anterior, sobre todo en su narrativa de juventud, vienen enseguida a nuestra mente títulos tales como 'Marasmo en Babia' o 'Las aventuras de un conserje transexual', donde el retruécano y la aliteración parecen pesar más que la propia trama. Es en tales obras, un tanto arcanas, donde hay que buscar la veta creativa que Díaz Lafuente ha decidido explorar de nuevo en esta su última genialidad literaria. No espere pues el lector vivificantes narraciones como las de 'Cosmonáutica para jubilados' o 'Ecuaciones disfuncionales', ni tampoco sagaces perfiles de personajes tales como los que cabe encontrar en esa deliciosa serie de cuentos cortos ('Vivir del cuento') tan bien recibidos por el gran público y por una cierta crítica ligera. La ultima novela de Díaz Lafuente es, muy por el contrario, una sesuda pieza de laboratorio, un destilado de ingredientes diversos, arreglados con esmero en una sinfonía de descripciones algo barrocas, pero a la vez certeras.

Sin ánimo de revelar la trama, esbocemos al menos lo general del trasunto de la obra: El protagonista, Federico Portales Muro, vive acongojado bajo la certeza de su próxima muerte, aunque nada en concreto parezca en principio amenaza su bien establecida existencia. Una serie de sucesos, a veces cómicos, otras marcadamente violentos, terminan por fin en conducir al sujeto a un estado nervioso tal que, efectivamente, muere (o parece que muere, esto el autor no lo deja claro). Nada hay, en tal argumento, que invite pues al sosiego. Y sin embargo, la novela, en sí misma, transmite una cierta calma, debida tal vez al ritmo lento con el cual Díaz Lafuente engalana su estilo novelístico.

Obra pues de lectura obligatoria para todos aquellos que, a fin de cuentas, aun piensen que leer no es una perdida de tiempo.

Como nota curiosa, recordemos que el libro se vende el formato de rollo de papel higiénico (eso sí, plastificado).

Foto: Luis Echanove

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