jueves, 17 de septiembre de 2009

En el jardín zen

'Mirar el mar es ejercitase en el arte de la astronomía. Contemplar las estrellas es como estudiar las corrientes marinas. Igual arriba que abajo. Igual abajo que arriba'.

Esto me dijo el maestro zen, sentado sobre un banco de granito frío, en medio del jardín japonés. Mantuve quieto el silencio que siguió. Temí que cualquier palabra que yo añadiera sonase vacía, o tal vez demasiado llena. En todo caso innecesaria.

Pero al fin abrí la boca. 'Maestro –dije- todo en este jardín yace en su sitio: las rocas apiladas en la esquina, la arena orillada en franjas por el rastrillo, los penachos de musgo al borde del agua. Parece distribuido al azar, pero es tan armonioso…'. El maestro entonces se levantó bruscamente, y con su vara de abedul desordenó las franjas de la arena sin contemplaciones. Luego levantó las rocas apiladas en la esquina y las arrojó al estanque con brusquedad. Finalmente, destrozó los penachos de musgo a pisotadas.

'A mi me gusta más así', dijo, y se fue sin despedirse.

(Foto: Luis Echanove)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir esa ensenanza que guardo en mi panuelo de los tesoros. Que bello: "mantuve quieto el silencio". Besos de poeta a poeta.

Chiky