martes, 7 de abril de 2009

Higaonon

Sus rostros hablaban. Cada arruga narraba una leyenda.

Comenzaron a cantar su letanía monocorde. El ritmo de la música cambiaba al flujo de un compás misterioso. Las sílabas se sucedían unas a otras sin cesar, a borbotones, como un ejército inmenso de hormigas abandonando el termitero.

De pronto todo cesó. Sonrieron los ancianos, ya sin recitar. Pero yo juraría que las notas del cántico siguieron escuchándose unos segundos. Ya no brotaban de los labios de los jefes tribales, sino de la tierra misma.

(La semana pasada participé en una gran reunión de las tribus higaonon, manobo y subanem, del norte de Mindanao. Los higaonon vive en las montañas, antes selváticas, a caballo entre Bukidnón y Misamis Oriental).


Foto: AnthroWatch

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