lunes, 15 de diciembre de 2008

Democracia enciclopédica

La Wikipedia (y me refiero aquí a su versión en inglés, que contiene cinco veces más entradas que la edición española, casi todas más exhaustivas y meticulosas) es maravillosa.

Claro está que, si se la pide "toda" la información sobre un asunto, nos defraudará. Ese es, al fin de cuentas, el pecado original de todas las enciclopedias desde que se inventaron hace doscientos treinta años. La Wikipiedia no contiene todo el saber, pero lo estructura, lo relaciona, lo condensa y lo hace digerible. Eso es, en definitiva, lo único sensato que se puede esperar de un diccionario enciclopédico. En ello, en principio, se diferencia bien poco de cualquier otro compendio del conocimiento. Lo que por supuesto hace fascinante y única a la Wikipedia es que sea obra de un número ingente de manos, y no siempre las de reputados expertos o acartonados académicos presos de sus convencionalismos. Por eso, en paralelo a los saberes ortodoxos, uno encuentra allí todas las heterodoxias posibles: desde autores en verdad malditos a teorías matemáticas peregrinas, pasando por la biografía de los personajes de Pokemón o la descripción detallada del régimen político en Sikkim. Si te pierdes al azar por sus entrañas, descubres enseguida nuevos mundos, corrientes periféricas de la cultura, reseñas de individuos sorprendentes perdidos en los vericuetos de la historia.

La Wikipedia es neutra. Todo cabe en ella, con tal que el asunto se cuente con rigor y resulte relevante para alguna inmensa minoría. Por eso, pese a su vastedad inmensa, al final la Wikipedia es de dimensión estrictamente humana, porque habla al lector de tú a tú, como un libro leído en voz alta, una conversación amena de alguien bien informado o los comentarios a mano en un libro prestado. La Wikipedia no nos lo enseña todo, pero nos abre los ojos hacia todas las direcciones posibles.
(Foto: Luis Echanove)

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