miércoles, 5 de noviembre de 2008

Cambia, todo cambia

Francis Yokohama, profeta de medio pelo con ínfulas de historiador, predijo hace una década el fin de la historia. El acabose de la Guerra Fría y la consecuente universalización del capitalismo, según él, traerían de la mano el fin de los conflictos y la muerte de las ideologías, lo que a la larga generaría una especie de feliz abulia universal, en la que los noticieros de la BBC terminarían quebrando por falta de audiencia, dada la falta de materia prima sobre la que informar. Supongo que el pobre hombre, a estas alturas, y dado el descalabro de sus predicciones, debe estar sobreviviendo a base de barbitúricos, presa de una depresión profunda.

La primera década del nuevo milenio nos ha brindado un rosario de hechos y descubrimientos que nadie dudaría en tildar de históricos, en el pleno sentido de la palabra, esto es, que cambian el curso de las historia. Me limitaré a destacar algunos, de naturaleza variopinta: (1) El 11S, que fue a la evolución del terrorismo lo que la imprenta fue a la de la escritura (i.e.: multiplicó exponencialmente la repercusión de sus efectos); (2) la mega expansión de Internet y consecuente muerte fulminante de todos los aislamientos y provincialismos posibles; (3) el cambio climático, una amenaza mucho mas letal para la raza humana que la peor pesadilla bélica; (4) la lectura íntegra de la cadena del ADN, que por fin nos abre las puertas al conocimiento consustancial de nosotros mismos y (5) la reciente crisis financiera, que ha colocado al sistema económico mundial al borde del abismo. No añado a este listado provisional acontecimientos tales como la guerra de Irak, el lanzamiento del euro o la universalización de la telefonía móvil, por citar otros cambios importantes ocurridos en los últimos lustros pero, tal vez, no tan seminales en la creación de Historia.

Pues bien, me dispongo a añadir un sexto suceso al top de hechos históricos del siglo XXI: la elección de Obama. Y si así pienso no es, principalmente, porque sea la primera vez en la historia que un afroamericano llega a la presidencia de Estados Unidos, tampoco por que haya ganado las elecciones con el margen más abultado en décadas, ni por haber arrastrado la mayor participación electoral en 48 años. Ni tan siquiera lo creo poque se trate de alguien que de niño comió carne de perro y se educó en una madrasa, esnifó coca de adolescente y de joven curraba ayudando a la gente pobre...un pasado poco usual para llegar al puesto de mas responsabilidad de este planeta. No es por nada de eso por lo que elevo al pedestal de la Historia el momento de su elección. La razón por la cual sostengo que se triunfo es histórico no es por lo que ha pasado, sino por lo que va a comenzar a pasar. Obama simboliza, cristaliza, expresa algo totalmente nuevo, una época por llegar, una era que apunta fresca en el horizonte. Obama no es importante solo por lo que es (y es mucho), sino por lo que representa. Para entender esto, bastaba con ver la BBC (que para desgracia de Yokohama, sigue emitiendo) en las horas posteriores a la victoria electoral y diluirse en las lagrimas de emoción en Chicago, la explosión de alegría en Harlem, las desbordantes fiestas juveniles en todas las universidades de América, los bailes de jubilo en Kenia, el ambiente de esperanza en toda Asia, el respiro de alivio en Europa, la sonrisa en las calles árabes… ha ganado Obama. La humanidad, por fin, es dueña de la esperanza.



(Foto: Luis Echanove)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Centre of equal daughters, equal sons,
All, all alike endear'd, grown, ungrown, young or old,
Strong, ample, fair, enduring, capable, rich,
Perennial with the Earth, with Freedom, Law and Love,
A grand, sane, towering, seated Mother,
Chair'd in the adamant of Time.

America. Walt Whitman